Un día los materiales que debíamos de traer a clase fueron simplemente una fotografía nuestra de pequeño. Pusimos esa fotografía en dos folios en blanco pegados, y los colgamos en las paredes de la clase.
El ejercicio se trataba de mirar al niño de la fotografía y escribirle unas palabras dedicadas a ese niño interior. No debíamos hablar al compañero, sino al niño de la imagen. Al final, todos debíamos tener 16 dedicatorias o mensajes hechos por cada compañero nuestro.
Por desgracia, no tengo fotos de este ejercicio.
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